El país necesita un “ajuste cubano” al siglo XXI. Una transformación medular que libere las fuerzas productivas y reconstruya los mecanismos generadores de prosperidad. Mientras ese “ajuste cubano” no se produzca en la isla, los ciudadanos seguirán buscando el modo de acogerse a la ley de Ajuste Cubano en Estados Unidos o de probar fortuna en otra nación.
En un artículo publicado el domingo pasado, la revista Palabra Nueva de la Arquidiócesis de La Habana, hizo un llamado al General Raúl Castro a liberar "toda la energía acumulada'' y "todo el talento restringido'' de los cubanos. El texto afirma sin ambages: "Es cierto que el talento abunda en la sociedad cubana. Pero en buena medida es un talento restringido, atado, reo de las mismas estructuras y políticas que lo crearon. En ocasiones se pierde, y en otras se debate en la impotencia y el sufrimiento, porque nada hiere más al talento que la imposibilidad de mostrarse y rendir frutos''. Cierto.
Recuerdo “a quien pueda interesar” que las energías y el talento restringido y perdido no se limitan a los once millones de cubanos residentes en la isla sino incluye a los otros dos millones de su diáspora. Cientos de miles de talentos se perdieron cuando fueron desterrados de por vida al imponérseles, de forma unilateral, la llamada “salida definitiva del país”. Hoy ya no es Estados Unidos el principal obstáculo a la inyección de capital y talentos al desarrollo nacional que puede aportar la diáspora. Son las leyes vigentes en Cuba las que siguen obstaculizando esa posibilidad.
No pienso exclusivamente en los grandes capitales que poseen algunos cubanos a quienes se les priva del derecho de invertir en su país como hacen los extranjeros. Más bien tengo en mente los miles de millones de dólares en remesas que podrían ser capitalizables si se abriese a los cubanos la posibilidad de emprender sus propias iniciativas económicas. También recuerdo los miles de profesionales, hoy en el destierro, que podrían contribuir en la reconstrucción de los mecanismos generadores de la prosperidad nacional una vez que ello se haga posible.
Levantar el bloqueo a la iniciativa económica individual y a la libertad de movimiento son medidas que tendrían un impacto inmediato en el elevamiento del bienestar de las familias cubanas. Es hora de que Cuba se aleje de las políticas restrictivas que en esos renglones comparte en exclusiva con Corea del Norte, nación en la que ya han conducido a más de una hambruna. Cuando se liberen las “energías acumuladas” y “talentos restringidos” a los que se refiere la revista Palabra Nueva los cubanos podrán, finalmente, poner todo su ingenio e iniciativa en desarrollar la nación en vez de tener que usarlos para construirse anfibios en los que huir del lugar donde nacieron.
Tomado de Cambio de época.
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