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Cuando el ex jonronero cubano José Canseco visitó la Base Aeronaval de Guantánamo en octubre de 1994, relató que entre los miles de cubanos presentes se encontraba Rojas en compañía de su esposa María y de su hijo Euclides de dos años de edad. Al respecto Canseco exclamó emocionado: “El pudo haber sido el que salió de la Isla esclava y yo el que me encontrara ahora en su lugar”.
Euclides recuerda y agradece la visita de Canseco, al igual que la de su amigo René Arocha, Rubén Sierra, Alex Rodríguez, Willie Chirino, Gloria Estefan y otros que fueron a brindar un poco de alegría a los balseros.
Desde entonces la situación cambió notablemente para Rojas, quien gracias a su pequeño hijo pudo viajar a los Estados Unidos junto a su esposa, donde su ex compañero de equipo en Cuba, René Arocha, de los Cardenales de San Luis en aquel momento, se convirtió en su patrocinador.
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Rojas con 6 pies de estatura y 190 libras de peso, nació el 25 de agosto de 1967 en La Habana y comenzó a destacarse como “apaga-fuegos” de los Industriales en 1983, cuando contaba solamente 16 años de edad. En 1987 pasó a formar parte de la Selección Nacional Cubana de Béisbol y con ella lanzó en los Juegos de Buena Voluntad de Seattle en 1990. Impuso una marca en los torneos cubanos de 60 partidos con 15 salvados en 1993. Hasta el momento de su huida, mantenía marca de 90 juegos salvados, 68 victorias, 31 derrotas y 2.39 carreras limpias permitidas en 342 salidas al montículo.
Desde su visita a Seattle, el serpentinero cubano había decidido escapar del sistema oprobioso que desgobierna a Cuba, pero los compromisos familiares se lo impedían. El hecho de que su madre, esposa e hijo no pudieran salir, lo ataron hasta que su mamá le recomendó que no desaprovechara una nueva oportunidad.
Esta se presentó cuando el gobierno cubano autorizó construir balsas y a los descontentos lanzarse al mar a raíz de los acontecimientos acaecidos en el Malecón de La Habana, donde miles de manifestantes protestaron por las calles de la capital cubana, provocando que el tirano comprendiera la necesidad de crear una válvula de escape para aliviar su precaria situación.
Pronto miles de cubanos se lanzaron al mar, poniendo en peligro sus vidas en busca de libertad, pero confrontaron la desagradable sorpresa de ir a carenar a la Base de Guantánamo, de donde poco a poco lograron salir todos cumpliendo sus ansias de independencia.
La odisea de la familia se inició en agosto de 1994, cuando navegando en una frágil embarcación con 17 personas a bordo, el motor dejó de funcionar a solamente cinco millas de la costa cubana. Los cuatro hombres a bordo incluyendo a Rojas, comenzaron a remar el resto del camino, hasta que fueron recogidos cinco días después por un guardacostas norteamericano a 23 millas de la Florida.
Durante el trayecto vieron muchas balsas a la deriva o volcadas y se produjo un increíble acontecimiento, cuando se enfermó uno de los niños a bordo de la improvisada nave, quien fue atendido por un médico que viajaba en otra de las docenas de balsas que les acompañaban. El doctor al momento de su viaje aprovechó para llevar consigo algunos antibióticos que posiblemente le salvaron la vida al pequeño.
Toda la historia en Palmar del Junco.
Foto de Euclides Rojas, Equipo Habana 1994 tomada de El Duque de Cuba.
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