Fernado Delgado es un cubano que nunca quiso irse de Cuba; su persistencia le costó la muerte de un hijo, la pérdida de la tutela de otro y lo que nunca imaginó: la imposibilidad de regresar a la isla, donde hoy su abuelo se encuentra gravemente enfermo.
Estos son sus testimonios y sus evidencias. Y, por ende, los testimonios y la evidencias del abuso de poder del gobierno cubano, de la violación de los derechos humanos en la isla y de su dolorosa secuela en el seno de la familia cubana.
El gobierno cubano no tiene argumentos para desmentir ni esto ni las tantas violaciones a los derechos humanos en la isla; en los foros internacionales, evade el tema con subterfugios y digresiones; acusa a los cubanos que le critican como agentes al servicio de potencia extranjera, tildándolos implícitamente de dementes o mercenarios (lo que es igual a no reconocerle su capacidad de razonar por sí mismos); y mientras aboga porque primero hay que acusar a otros gobiernos antes que a ellos y los países democráticos se comportan ante esto con una inmadurez proverbial, los cubanos seguimos sufriendo.
El testimonio y las evidencias de Fernando Delgado aparecerán en tres post sucesivos.
El testimonio y las evidencias de Fernando Delgado aparecerán en tres post sucesivos.
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Por Fernando Delgado.
En el año 2004 contraje matrimonio con Eva Aurelia, una joven musicólogo de nacionalidad Austriaca, decidimos hacer nuestra vida y nuestra familia en mi ciudad natal, Las Tunas, Cuba.
Una vez legalizado nuestro matrimonio Eva solicitó su permiso de residencia permanente, que según las autoridades tardaría cerca de 7 meses. Durante aquella espera Eva viajaba a Bahamas y regresaba en el mismo aéreo y así prolongaba su permiso de estancia con visa “familiar” por términos de 60 días, el máximo permitido. Estábamos seguros que al estar casados legalmente obtendríamos su permiso de residencia. (Código de Familia de Cuba, Ley 1289. Artículo 25: Los cónyuges deben vivir juntos, guardarse la lealtad, la consideración y el respeto debidos y ayudarse mutuamente.)
Transcurridos 5 meses de espera, una mañana fui citado a las oficinas de inmigración. Allí me esperaba una oficial del DSE de nombre Yanelis quien muy tajantemente me dijo que si deseaba el Permiso de Residencia de mi esposa tenía que trabajar con ella para la seguridad del estado y para endulzarme “consiguió” una prorroga para mi esposa que le evito su próximo viaje de ida y vuelta a Bahamas.
Cuando fui citado nuevamente y expuse a esta señora que no tenía ninguna vocación para aquel trabajo y que no era de mi interés, todo se complicó.
Eva estaba con 11-12 semanas de embarazo y amenaza de aborto, una prescripción médica de reposo absoluto (en cama) debido a que presentaba amenaza de aborto, dolores y sangramiento.
En aquel momento se vencían los 60 días de su estancia y necesitábamos otra prorroga. La atención médica recibida por mi esposa en el Hospital fue legalmente pagada en moneda convertible incluso la emisión del certificado médico. Me presenté en Inmigración con el certificado médico y los comprobantes de pago e hice una solicitud formal de prórroga de estancia basado en la estricta advertencia del Especialista en Ginecología y Obstetricia Dr. Misael González Gonzáles de no realizar viajes prolongados, movimientos bruscos, fuerza física, etc.
Increíblemente la prorroga fue negada por el Director de Inmigración Abel Marrero Caballero, el certificado médico fue decomisado y me fue negada una copia bajo el argumento de "no tenemos fotocopiadora" (por suerte conservo este duplicado). El oficial Héctor fue el encargado de informarme que la embarazada tenía 24 horas para “abandonar” el país aun bajo amenaza de aborto.
Eva voló aquel mismo día a Europa, un viaje de 12 horas Holguín-Dusseldorf- Munich. A la mañana siguiente me llamó por teléfono con voz llorosa para decirme que estaba internada en un hospital, que había perdido el embarazo durante el vuelo y que ya le habían realizado extracción o limpieza.
El mismo día presenté una denuncia en las oficinas de Atención a la Ciudadanía contra el director de Inmigración de Las Tunas responsabilizándolo de la perdida de nuestro primer hijo, un embarazo muy deseado y planificado durante más de año. Eva nunca recibió respuesta a su reclamación formal.
Logré salir de Cuba con una carta de invitación por 11 meses y no regresé dentro del termino de tiempo, iniciamos nuestra vida en Austria.
1 comment:
Brutal... Las entrañas del castrismo son negras, de naturaleza mala... No lo pueden ocultar.
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