Friday, June 12, 2009

Cándido Fabré sobre los abusos en la aduana del aeropuerto de Holguín.

El gran Cándido Fabré improvisa sobre los abusos en la aduana del aeropuerto de Holguín, ilustra a los que nunca han salido de Cuba sobre el exceso de equipaje y, de paso, satirizando sobre lo reiterativo de ciertas letras en la música cubana, exhorta a los músicos a que también denuncien situaciones semejantes.

Tanto esta improvisación como la canción siguiente, El apagón, son ejemplo no sólo de la dificultad de muchos cubanos para relacionar la perpetua crisis cotidiana con el sistema de gobierno, sino también del eco que tiene la propaganda gubernamental donde la crisis, o tiene un origen externo, o demasiado interno -es decir, la corrupción o ineficacia de los famosos “burócratas y tecnócratas” o la “inconsciencia” de los derrochadores individuales-; donde el apagón y otras carencias se asumen como sinónimo de ahorro, y donde el líder de la revolución es (por supuesto) impoluto, y la revolución, sinónimo de Cuba.

En la denuncia de Fabré a los abusos de la aduana, la certeza del cantante de que muy pocos de los que están en el público han “viajado” y la aclaración de que lo que vale es salir, pero regresar, no parecen caer en ninguna contradicción.

Lo mismo, para El apagón, donde Fabré, después de enumerar todo lo que se echa a perder y se rompe a causa de los apagones, ruega que le corten la luz al que se la cortó a él, pero luego aclara que “él es de Fidel” y que le gusta ver la Mesa Redonda. “Y si me tumbas la corriente / por eso no me incomodo / no se preocupe, mi gente / que más tarde habrá de todo”.

¿Dificultad para relacionar las cosas? ¿Fe? ¿Retórica preventiva?, ¿O todo eso a la vez?

El concierto fue en el fin de año de 2007. Año y medio después, y con las nuevas restricciones alimenticias y energéticas, ese idílico “más tarde” con “de todo” de Fabré confirma sus reales dimensiones de nunca. Lo bueno para el compositor es que, al menos, el tema de los apagones ya lo tiene adelantado.







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