Tuesday, April 28, 2009

Evidencias de Emilio García Montiel (2). Parte I

Habilitaciones, permisos, pago de renovaciones (1)


El pasaporte cuya carátula se ve a la izquierda me fue entregado en 1991. Era el que se entregaba en la época para cualquier viaje que estuviera avalado por la institución o ministerio al cual perteneciera su titular. Que se entregaba quiere decir que no era un pasaporte estrictamente solicitado por la persona que viajaba; una vez aprobado el viaje todas las gestiones las hacía el organismo pertinente. Si en ese entonces existía la posibilidad de sacar un pasaporte a título personal (se viajase o no) nunca oí hablar de ello, y tampoco conocí persona alguna que lo tuviera. Por el color de su carátula era conocido como el pasaporte rojo. La justificación al uso para viajar con un pasaporte oficial, incluso a actividades no oficiales (en este caso una beca de estudios otorgada por El Colegio de México) era que uno estaba “representando a su país en el extranjero”.


Viajar con un pasaporte oficial era un problema en los aeropuertos, sobre todo porque no se entendía que un viaje de estudios o un evento cultural o académico ameritaran un pasaporte de esa índole. Que era exactamente lo mismo que uno no entendía. Donde único lo agradecí fue en Japón, ya que era imposible que a un japonés le pasase por la cabeza que un pasaporte membretado como oficial pudiera haber sido entregado a la ligera. Cuando el pasaporte común (o pasaporte gris) comenzó a entregarse paulatina (y quien sabe si aleatoriamente) ya nadie quería recibir un pasaporte rojo. Como a muy pocos de los que, en ese entonces, viajamos por una institución les había sido entregado, poseer un pasaporte gris era también poseer una mínima, e ilusoria, sensación de libertad.


En las páginas de la derecha aparece anotada la validez efectiva del pasaporte (dos años) que no coincide con la vigencia admitida para el documento físico (seis o, acaso, más). Emitido en 1991, fue renovado en 1993 y en 1995. La fecha de 1992, en la parte inferior derecha, corresponde a un nuevo permiso de salida. Toda salida era única (e, implícitamente, definitiva) por lo que a cada regreso se necesitaba de otro permiso para volver a salir. Los permisos eran (y siguen siendo) otorgados por el Ministerio del Interior (MININT). La fecha 20/8/1992 cae sobre un sello (aquí ilegible) del Departamento de Inmigración y Extranjería (DIE) de ese ministerio, y que puede advertirse, con algo de mayor claridad. en las renovaciones y permisos de salida de la imagen siguiente.

El cuño del Ministerio de Interior en la parte inferior izquierda debió haber sido estampado cuando la emisión del pasaporte, y ya no vuelve a aparecer en ninguno de los pasaportes siguientes. El cuño y firma que aparecen al centro, sobre una cinta adhesiva, fueron asentados por la embajada cubana en Tokio, en 1998 -había ido por una beca de estudios otorgada por el Ministerio de Educación y Cultura de Japón- debido a que las páginas estaban desprendidas de la carátula. Las embajadas no estaban facultadas para emitir pasaportes oficiales, que tenían que elaborarse en La Habana.

Al regresar a Cuba era obligatorio devolver el pasaporte a la institución de pertenencia, la cual lo archivaba por si el titular volvía a salir. En el caso de delegaciones, el pasaporte era recogido por el encargado una vez que se llegaba al destino. Tuve experiencia de ello en Managua, en 1987. Sobre esas y otras tonterías oficiales con los cubanos en el extranjero escribí, ese mismo año, un artículo titulado Consuélate como yo, publicado en El Caimán Barbudo.



Posdata: He dividido estas evidencias en tres partes. Las siguientes se postearán próximamente.

3 comments:

Margarita Garcia Alonso said...

Me gustaria tener noticias de Emilio, hace tiempo perdi su traza...

José Ramón Morales said...

Todo ese sera eliminado el dia en que tengamos el pasaporte de la Comunidad Europea todos los cubanos.
Saludos
Jose Ramon

Eon Flux said...

¿Y que esta haciendo Emilio ahora?

¿Ya tiene su pasaporte gris?

¿O todavia viaja con el rojo?