Wednesday, April 29, 2009

Evidencias de Emilio García Montiel (2). Parte II

Habilitaciones, permisos, pago de renovaciones (2)


La imagen de la izquierda y la que sigue corresponden al nuevo pasaporte oficial solicitado por la embajada de Tokio a La Habana debido al deterioro del anterior. Puede verse el sobreimpreso dorado en la carátula que no se advierte en la primera imagen. A diferencia del anterior aquí se ha añadido una etiqueta de habilitación donde se aclara que el número de salidas es sólo una.





En 1999, mi director de tesis de Doctorado de la Universidad de Tokio, regresando de un año sabático en Estados Unidos y “sin quitarse el polvo del camino”, anunció que en 2000 todo su equipo se iba a Cuba a estudiar la arquitectura de La Habana Vieja. Dejando de lado sus motivos para ello- y las obvias razones de mi abatimiento- tal viaje implicó, para mí, conocer que ya a esas alturas el pasaporte rojo había sido suprimido para viajes como los míos. A lo primero que me enfrenté fue a un par de horas delante los oficiales de inmigración del aeropuerto de La Habana -ya todos mis compañeros habían pasado- mientras averiguaban quién era aquel que desde hacía mas de tres años no visitaba Cuba (pregunta que, por cierto, me hizo directa y seriamente un oficial, como si no visitar con asiduidad el suelo natal constituyera un delito de lesa patria)




Lo segundo, fue ir con regularidad a las oficinas de Relaciones Internacionales de la Universidad de La Habana. Allí me enteré de lo del cambio de pasaporte. ¡Niño! ¡pero que tú haces todavía con un pasaporte rojo!, fueron las palabras de bienvenida cuando les dije que sólo iba a renovar el permiso de salida. En 1997 yo les había preguntado que por qué no me daban un pasaporte gris, pero, evidentemente, mi caso no lo ameritaba. Así que lo que hubiera sido un trámite más o menos de rutina se convirtió en una pequeña odisea, ya que era época de vacaciones y la oficina no abría todos los días ni a todas horas y yo estaba a merced de esto y de las disposiciones de mi profesor. De este modo, pasaporte, permiso de salida, nueva visa en la embajada de Japón, visas de tránsito para Canadá y México, ocurrieron, como siempre, a última hora. Por suerte, a mi director de tesis se le ocurrió incluir en el equipo a una amiga traductora que yo le había presentado y que había vivido en Cuba unos cinco años. Me sentí mal por no poder cumplir con mi labor de anfitrión tal como se esperaba; y estoy seguro que ni mi profesor ni mis compañeros entendieron a carta cabal porqué tenía yo que estar en todos esos trámites. No lo entiende todavía buena parte del mundo.


Como puede advertirse aquí el permiso de salida es una etiqueta semejante a la del pasaporte anterior, pero que en su extremo superior derecho, en vez de habilitación, dice -más directo no puede ser- permiso; y reitera como una el número de salidas permitidas. Creo que ello -junto con el cuño del Ministerio del Interior- es la evidencia más común en cualquier pasaporte cubano de la violación al artículo 13.2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La han asentado por décadas y al parecer, nunca nadie, en ningún aeropuerto, le ha preguntado a algún cubano qué significa eso. Creo que tampoco, durante de esas mismas décadas, no nos lo preguntamos. Acaso esté equivocado, pero sí hay algo por lo que se daba sospechar de una persona en un país extranjero es precisamente por eso: por tener en su pasaporte un permiso de salida del propio país. Claro está que en los aeropuertos se conocen las regulaciones particulares de cada estado y, probablemente, lo extraño fuera un pasaporte de un cubano que, saliendo de Cuba, no ostentara semejante apostilla.


Posdata: Las siguiente y última parte se posteará próximamente.

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