Thursday, May 13, 2010

Claudia Cadelo: Confesiones sobre un viaje utópico


Escribir sobre mis estancias en el Noveno Cerco, que sería -eso ya se lo imaginan los lectores del lado de allá- la pedestre, oscura, sucia y absolutamente indescriptible Oficina de Inmigración y Extranjería del Municipio Plaza, es un tremendo alivio. Justamente en este desagradable lugar –cuyo nombre excluye mi existencia, porque yo no pertenezco a extranjería ni estoy haciendo trámites de inmigración- he pasado el martes ocho horas de mi hermosa vida haciendo cola para ser interrogada sobre mi viaje, mi familia, mi esposo, mis estudios y la manera –incluso- que utilizo para conectarme a Internet.

Puede resultar un poco excesivo el número de las horas, es por ello que contaré en detalle los sucesos a partir de las ocho y treinta de la mañana en la que mis pies franquearon la entrada de la deteriorada casa de 17 entre J y K, y las cuatro de la tarde, cuando finalmente salí con migraña, ganas de orinar, hambre, sed, sueño, insolación y unas ganas terribles de mandarlo todo al carajo e irme a dormir un mes.

Señores, yo les juro que un día solicitando el permiso de salida le quita las ganas de viajar a cualquiera.
(Más en Octavo Cerco)

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