El martes 25 de mayo a las seis de la tarde en el Great Room del 19 University Place en la Universidad de Nueva York (NYU), el poeta cubano Emilio García Montiel presentará su poemario Presentación del olvido, publicado por el muy interesante proyecto Ediciones Malecón. Estará de anfitrión el conocido escritor, bloguero y especialista en historia y literatura cubana Enrique de Risco.
García Montiel, uno de los más conocidos escritores de la llamada generación de los ochenta en Cuba, fue uno de los primeros, si no el primero, en asentar la problemática del viaje como tema en la poesía cubana posterior a 1959, e incorporar, también tempranamente, el tema de Rusia. Ambos tópicos se unen en el paradigmático poema “Cartas desde Rusia”, de 1988, que incluyo a continuación. Desde hace tiempo he tenido la intención de dedicar algunos de post a breves textos literarios cubanos relacionados con el tema del viaje y la salida del país, y tal vez el poema de García Montiel sea bueno para comenzar.
García Montiel, uno de los más conocidos escritores de la llamada generación de los ochenta en Cuba, fue uno de los primeros, si no el primero, en asentar la problemática del viaje como tema en la poesía cubana posterior a 1959, e incorporar, también tempranamente, el tema de Rusia. Ambos tópicos se unen en el paradigmático poema “Cartas desde Rusia”, de 1988, que incluyo a continuación. Desde hace tiempo he tenido la intención de dedicar algunos de post a breves textos literarios cubanos relacionados con el tema del viaje y la salida del país, y tal vez el poema de García Montiel sea bueno para comenzar.
Cartas desde Rusia
Como un buscador de oro me escapé a esta tierra.
Mentí a mi país y a mi madre que me creyeron un hombre de bien.
Mi pasaje no lo tuvo ningún muchacho honrado
ni su familia gritó como la mía: a Rusia, se va a Rusia.
Pero no me importaba esa tristeza.
Mentía por delito;
yo deseaba un viaje, un largo y limpio viaje para no pudrirme
como veía pudrirse los versos ajenos en la noria falaz de las palabras.
Yo deseaba cosas flexibles y silvestres, calladas y útiles
con su filo asentado en la vieja nobleza del hombre
y cosas que no eran más que otro país y otras ciudades
las ciudades de graves monumentos y de mujeres altas
las que nos traen el deseo por lo desconocido.
Los aplausos, la rápida fortuna
todo lo que cayó en mi mano con la simpleza del agua
al fin se quedarían tras el muelle.
Algo se había roto en el mejor alumno.
Yo deseaba un viaje, un largo y limpio viaje.
Para sentirme hinchado en lo mejor del viento
como una ropa blanca.
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